El Colegio de la Profesión Veterinaria de Las Palmas considera necesario trasladar a la ciudadanía y a las administraciones públicas una realidad que requiere un abordaje serio, responsable y basado en datos, porque en las condiciones actuales no es viable exigir a las clínicas veterinarias de Lanzarote y Fuerteventura la cobertura de urgencias las 24 horas del día.
Esta situación no responde a una falta de compromiso por parte de los profesionales, sino a una carencia estructural de recursos humanos, económicos y logísticos que no se puede seguir ignorando. Las clínicas veterinarias de ambas islas trabajan, en su mayoría, con equipos muy reducidos, en muchos casos unipersonales.
Los veterinarios ya soportan jornadas laborales prolongadas, con una alta carga asistencial y emocional. Imponer guardias nocturnas y festivas de forma continuada, sin refuerzos suficientes, supone un riesgo real para su salud, para la calidad asistencial y para la sostenibilidad del propio servicio.
Problema de vivienda
A esta situación se suma una dificultad añadida: la imposibilidad práctica de atraer profesionales de otras islas. La grave crisis de vivienda que especialmente afecta a Lanzarote y Fuerteventura, con precios de alquiler elevados, impide ofrecer condiciones mínimas para que nuevos veterinarios puedan desplazarse y establecerse. “Sin vivienda asequible, no hay captación de personal posible”, señalan desde el Colegio, que también subraya una cuestión fundamental: mantener una clínica abierta genera costes elevados, incluso cuando no se atienden urgencias.
Guardias sin pacientes, avisos que finalmente no se materializan, impagos y gastos fijos constantes hacen que obligar a asumir este servicio sin la compensación adecuada suponga pérdidas económicas directas para los titulares de las clínicas.
En consecuencia, el Colegio no va a promover ni avalar soluciones que obliguen a los profesionales a trabajar a pérdidas o pongan en riesgo la viabilidad de sus centros. Las urgencias veterinarias son necesarias, pero no pueden sostenerse a costa del sacrificio personal y económico de quienes las prestan.
Velar por la atención veterinaria también implica velar por quienes la hacen posible. “Solo desde un modelo sostenible, equitativo y respetuoso con los profesionales se podrá garantizar un servicio de urgencias eficaz y de calidad”, concluye el Colegio.