El Colegio de Veterinarios de Valladolid recalca que las altas temperaturas propias del verano favorecen la multiplicación de microorganismos en los alimentos, hecho que puede terminar provocando infecciones alimentarias como la salmonelosis o la campilobacteriosis -las más frecuentes- o intoxicaciones por las toxinas que pueden generar, pero ante las que existen sencillas medidas de prevención en los hogares
Si no se toman precauciones por parte de los consumidores, las elevadas temperaturas suponen un riesgo para la inocuidad alimentaria. Con un correcto tratamiento de los alimentos en los domicilios particulares, se podrían evitar más del 50% de las intoxicaciones alimentarias que se producen cada año en España.
Al respecto, conviene recordar que según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), unos 600 millones de personas –más del 7 por ciento de la población del planeta- enferman por consumir alimentos contaminados, con 420.000 muertes originadas por esta causa, sobre todo en países en vías de desarrollo.
“Los veterinarios trabajamos a lo largo de toda la cadena, de la granja a la mesa, realizando controles e inspecciones para garantizar que los alimentos llegan a cada uno de los hogares en perfecto estado, pero mantener esa seguridad y calidad en cada uno de ellos es una responsabilidad que compartimos con los consumidores”, explica Rufino Álamo, presidente del Colegio de Veterinarios de Valladolid.
Una cuarta parte de las intoxicaciones alimentarias se deben a una inadecuada refrigeración. Las temperaturas idóneas para conservar los alimentos en frío son por debajo de los 5ºC en el caso de las carnes y pescados, y entre 5 y 8ºC el resto de alimentos. En el congelador, sin embargo, se recomienda mantener los productos por debajo de los -18ºC. Igualmente, es necesario cocinarlos a más de 70 ºC y mantenerlos a a más de 60 ºC hasta su consumo.
Caducidad y riesgo de temperatura ambiente
Además, resulta fundamental respetar la fecha de caducidad, teniendo en cuenta que se aplica a los productos cerrados. Por tanto, una vez abiertos ni las condiciones de conservación ni la fecha límite son ya las mismas. También hay que respetar la cadena de frío desde la compra hasta la nevera, emplear bolsas isotérmicas y no dejar alimentos cocinados a temperatura ambiente.
“No menos relevante es evitar ingerir alimentos crudos o mal cocinados, y extremar las precauciones para evitar contaminaciones cruzadas (poner en contacto alimentos cocinados con crudos o compartir superficies o recipientes), no usar la misma tabla para diferentes alimentos ni otros utensilios como cuchillos durante la manipulación, sin olvidar la necesidad de cuidar al máximo la higiene de manos en todo momento”, señala Álamo.